¿Alergia a comidas?

INFORMAR SOBRE ALÉRGENOS EN ALIMENTOS

Las alergias son declaradas como el próximo mal de este siglo. Se puede debutar con una alergia alimentaria en cualquier etapa de la vida.

 

El pasado miércoles 10 de julio, OMIS concurrió al Parlamento para solicitar que las empresas incluyeran en los paquetes, la información sobre la presencia de trazas de alérgenos en los productos alimenticios. También se están realizando acciones ante el Ministerio de Salud Pública para que se concreté un Decreto que establezca la obligatoriedad de declarar esta información.

A continuación se encuentra la información que fundamenta nuestra solicitud y de las familias que deben convivir con las alergias alimentarias.

Esta situación genera un impacto en distintos aspectos de estas familias:

  1. Económico: ya que requieren más controles supervisión y muchas veces comprar productos más caros, que vienen de otros países, porque son los que declaran trazas.
  2. ⁠Nivel social: al quedar excluidos en muchas ocasiones de eventos familiares y sociales por no tener garantías de seguridad en los alimentos que ofrecen.
  3. ⁠Emocional: por el miedo constante de sufrir una contaminación cruzada o sufrir los síntomas al consumir un alérgeno. El estrés, ansiedad, tristeza, frustración son palabras usadas frecuentemente por estas familias.
  4. Necesidad de cambiar de hábitos buscando nuevos recursos para excluir los alimentos a los cuales tienen alergia.
  5. Restricciones alimentarias que pueden impactar en su estado nutricional, así como en su desarrollo si está en la etapa de crecimiento.
  6. ⁠Disminución del número de productos a los que puede optar ya que muchos o están contaminados o no se sabe con certeza si lo están
  7. Una reacción anafiláctica por reacción a algún alérgeno puede llevar a la muerte si no es atendida a tiempo con los recursos necesarios.

 

Contexto

Las alergias se producen por alteraciones del sistema inmunitario que exagera su respuesta inmunitaria a las proteínas de ciertos alimentos.

Para el año 2050 los expertos estiman que la mitad de la población mundial sufrirá algún tipo de alergia.

Si bien todas las personas pueden desarrollar una alergia en cualquier momento de la vida, no podemos olvidar que afectan, en mayor cantidad a las infancias, pudiendo afectar su desarrollo. Se estima que el 5% de niños menores de 3 años y el 1,5% de la población en general presenta algún tipo de alergia alimentaria.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos aseguran que las alergias alimentarias en los niños aumentaron en un 50% entre 1997 y 2011. De 2005 a 2014, las visitas de emergencia al hospital por anafilaxia entre niños de cinco a 17 años aumentaron casi un 200%.

Los alimentos responsables de más del 90% de estas alergias son: leche, huevo, soja, trigo, maní, nueces, pescados y mariscos.

Actualmente se considera que en los países “desarrollados” con patrón de dieta occidental la incidencia de alergias alimentarias asciende al 10% de la población.

Lamentablemente en los diferentes estudios descriptivos sobre incidencia de alergias alimentarias no consta Uruguay ya que no hay registros oficiales.

Es importante remarcar que, durante la etapa de lactancia materna exclusiva, se dan cada vez más casos de alergias en bebés. A través de la leche materna pueden circular proteínas de la leche de vaca, así como del huevo y de la soja, llegando al bebé alérgico, quien genera la reacción adversa. En estos casos se pueden dar situaciones leves hasta graves donde el bebé tiene una mala evolución del aumento del peso, anemia y posible impacto del desarrollo si no se detecta y gestiona de forma correcta.

El tratamiento en cualquier alergia es la exclusión del alérgeno. En el caso de bebés con lactancia exclusiva, menores de 6 meses, la exclusión total la debe hacer la mamá. Esta situación, en muchos casos, acaba produciendo un gran estrés, dado que no se encuentran productos que garanticen seguridad, lo que puede favorecer el abandono de la lactancia materna y su efecto protector.

Por otro lado, las personas con alergias alimentarias, así como su entorno directo, tienden a recluirse, evitar eventos sociales y acaban teniendo una alimentación monótona y restringida. Sobre todo, si se trata de una alergia vinculada a productos comúnmente usados por la industria alimentaria. Además, puede conllevar a mayor riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria y problemas de salud mental, en especial si son alergias con síntomas graves como anafilaxia. Este tipo de reacciones alérgicas se desencadenan con gran rapidez, sólo 20 o 30 minutos después del contacto con el alimento.

 

Declaración de trazas: ¿cómo estamos?

En la Unión Europea[1] y Estados Unidos es obligatorio declarar alérgenos, por lo que muchos países e incluso algunas empresas nacionales que exportan productos, declaran alérgenos.

El Codex Alimentario recomienda[2] declarar los siguientes alérgenos: leche de vaca, trigo, soja, huevo, pescado, marisco, maní, frutos secos y sulfitos en cantidades superiores a 10mg/kg. En la Unión Europea son más los alérgenos declarados, donde además de estos comentados con anterioridad se incluye: sésamo, apio, mostaza, altramuces (un tipo de legumbre).

Esta declaración se debe cumplir cuando el producto contiene alguno de estos ingredientes, pero también advertir cuando existe posible situación de “contaminación cruzada”, la cual se produce cuando un alimento libre de alérgenos es contaminado por partículas de otros alimentos con alérgenos, lo cual generalmente sucede por utilizar mismos recipientes, contenedores o maquinaria de producción para distintos productos.

 

Costos económicos

Casi 24.800 millones de dólares al año. Esto es lo que le cuesta a Estados Unidos las alergias infantiles a los alimentos, lo que equivale a unos 4.184 dólares por niño. Casi el 80% de esta cantidad corresponde a los gastos generados en la familia, como la adquisición de alimentos especiales y la pérdida de productividad en el trabajo de los padres.

Estos costos incluyen: consultas médicas, medicación, ingresos hospitalarios derivados de las alergias alimentarias, dietas especiales, alimentos sin el alérgeno ‘prohibido’, desplazamientos al médico, pérdida de productividad en el trabajo de los padres por tener que ausentarse, entre otros aspectos.

Según estimaciones de España, el coste sanitario de un paciente adulto alérgico a algún alimento representa un 47% más que el gasto generado por la población no alérgica. En el caso de la población infantil, representa tres veces más que los menores no alérgicos.

 

Importancia y beneficios para el país:

  • Garantiza la salud de la población con alergias.
  • Disminuye el impacto en salud, emocional y psicológico de los familiares que conviven.
  • Evita la competencia desleal y el engaño al consumidor. Quienes no declaran alérgenos pueden dar la sensación de productos “seguros” cuando en realidad pueden no serlo. Esto puede afectar la decisión de compra del consumidor.
  • Reduce el costo de atención en el sistema de salud y en los hogares.
  • Abre paso a ser un país amigable y seguro para turistas con alergias alimentarias (En las diferentes organizaciones de personas con alergias hay listados de países seguros y peligrosos en base a la declaración de alérgenos en sus productos)
  • Mejora la adaptación psicosocial de las personas con alergias.

 

Los consumidores tenemos derechos a estar informados y tenemos derecho a cuidar nuestra salud.

 

[1] https://europa.eu/youreurope/business/product-requirements/food-labelling/general-rules/index_es.htm

[2] https://www.fao.org/fao-who-codexalimentarius/sh-proxy/en/?lnk=1&url=https%253A%252F%252Fworkspace.fao.org%252Fsites%252Fcodex%252FStandards%252FCXC%2B80-2020%252FCXC_080s.pdf

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